El punto smock tuvo su origen en la campiña inglesa, hace unos dos
siglos. La inspiración artística de las mujeres inglesas "inventó"
este tipo de bordado hecho directamente sobre los frunces y no sobre
el tejido, obteniendo resultados muy prácticos y decorativos.
Desde Inglaterra este punto se introdujo muy pronto en los usos de
todos los países, empezando por su vecina Normandía, hasta llegar a
los países de la Europa Oriental.
PREPARACIÓN DE LOS FRUNCES: El
trabajo se divide en dos fases: la preparatoria, que consiste en
rizar el tejido en frunces regulares, y la ejecución del bordado
propiamente dicho, que consiste en fijar con puntos decorativos los
frunces, creando el característico motivo de enrejado. En la
práctica, el punto smock puede hacerse sobre cualquier tipo de
tejido, sin embargo, la suavidad y la ligereza de los tejidos, sean
estos de lana, seda, algodón o sintéticos, lo revaloriza. no
obstante, en el caso de la seda y los tejidos sintéticos, es
necesario tener una cierta práctica, ya que son más bien
resbaladizos.
Los frunces deben ser regulares, formando unos plieguecillos
paralelos con relieve, que se presenten como una masa compacta en el
momento del bordado. Por tanto, es preciso tender el hilo de las
bastas en líneas paralelas alineando tambien perpendicularmente los
puntos en que la aguja entra por el tejido, de forma que se
distancien los puntos de manera simétrica, tanto en ancho como en
largo. Evidentemente ese procedimiento resulta muy fácil cuando se
trata de fruncir tejido que tenga en el dibujo puntos de referencia
regulares, como lunares, cuadritos (foto 1), flores o cualquier motivo
simétrico y menudo, o sobre tejidos de trama clara en los que sea
posible contar los hilos.
Más complejo es el caso de tejidos lisos, finos, o también a rayas,
en los que, si bien hay puntos de referencia en sentido vertical,
faltan en la línea horizontal. En estos casos hay que recurrir a
algunos trucos. Por lo que respecta a los tejidos lisos, existen en
el comercio unos papeles de calcar para utilizar a base de calor:
con la simple presión de la plancha se reproducen sobre el tejido
los puntitos de referencia. A falta de estos papeles, se puede
recurrir a los siguientes sistemas.
PRIMER SISTEMA, llamado de punteado, (foto 2)consiste en dibujar zonas
sucesivas. Hay que procurarse papel milimetrado, o por lo menos
cuadriculado, marcar regularmente los puntitos, colocar el papel
sobre el tejido al recto hilo y, ayudándonos con un lápiz muy
afilado que perfore el papel, reproducir una primera zona de
puntitos. Desplazarse después hacia la izquierda y añadir una
segunda zona. La parte punteada constituye el revés de la labor.
Este sistema es preferible al empleo del papel carbón porque no
ensucia el tejido.
SEGUNDO SISTEMA, consiste en utilizar una regla y la punta de una
aguja gruesa o de un punzón (foto 3). Trazar sobre el tejido varias líneas
paralelas marcándolas con la punta de la aguja. Estas rayas sirven
de guía para pasar las bastas. En caso de tejido a rayas verticales
es suficiente marcar las líneas horizontales. En caso de tejido
liso, hay que hacer tanto líneas verticales como horizontales,
perpendiculares y equidistantes entre ellas. El punto de cruce entre
las dos sustituye al puntito del sistema precedente.
Hay que tener presente que para obtener un buen fruncido es preciso
calcular unas tres veces el tejido necesario, con respecto a la
labor terminada.
Por lo que se refiere a la distancia entre los puntitos, cuando más
distantes entre sí estén, más profundo será el pliegue que se forme
y menos numerosos los plieguecillos a disposición para hacer el
bordado.
Hechas las rayas iniciales, empezar a pasar las bastas en líneas
paralelas, de derecha a izquierda (el número de líneas de bastas
varía según el ancho que se quiera dar al bordado). Sujetar la hebra
(calcular el largo necesario) al principio de cada basta, con un
nudo grueso, luego ir cogiendo con la aguja algún hilo del tejido
precisamente donde se encuentra cada uno de los puntos de
referencia. Al término de la primera fila desenhebrar la aguja y
pasar a la sucesiva. Terminada la realización de las bastas, tirar
de las hebras de dos en dos hasta conseguir el ancho de tejido que
se desee, luego sujetar las hebras con el nudo o de otra forma que
no permita que se desplacen los frunces. Para igualar los frunces se
puede utilizar la punta de una aguja. (foto 4)
|